¿Tu persiana no sube? Descubre qué puede estar fallando
Contenidos en este artículo:
Las persianas son uno de esos elementos del hogar que pasan desapercibidos… hasta que dejan de funcionar. Su presencia es clave para controlar la luz, mantener la privacidad y aislar el calor o el frío, pero con el paso del tiempo pueden presentar fallos.
Conocer las averías más comunes no solo ayuda a detectar el problema a tiempo, sino también a evitar reparaciones mayores. Según los persianistas Madrid, muchas de estas incidencias se repiten una y otra vez, y con algo de mantenimiento podrían prevenirse fácilmente.
Cinta o cordón roto: una de las fallas más comunes
Uno de los fallos más habituales en las persianas, especialmente en las enrollables, es la rotura del cordón o cinta. Este elemento se encarga de subir y bajar la persiana, y su desgaste es natural con el tiempo. El roce constante, el exceso de tensión o el material deteriorado hacen que acabe cediendo.
Cuando esto ocurre, la persiana puede quedarse atascada o caer de golpe, algo que además puede ser peligroso. La buena noticia es que reparar una cinta es una tarea sencilla para un técnico, y si se detecta a tiempo, se evita dañar otras partes del mecanismo.
Una forma de prevenirlo es revisar periódicamente el estado del cordón y lubricar los ejes del recogedor, ya que el movimiento será más suave y el esfuerzo sobre la cinta, menor. También conviene evitar tirones bruscos, sobre todo si la persiana ofrece resistencia al subir o bajar.
Persianas que se atascan o no bajan correctamente
El atasco del sistema es otro de los problemas más molestos. Puede deberse a lamas desalineadas, suciedad acumulada en las guías o incluso a ejes doblados por un golpe o una manipulación forzada.
Cuando la persiana no baja de forma uniforme o se detiene a mitad del recorrido, suele ser señal de que algo está bloqueando el movimiento.
Antes de desmontar nada, conviene revisar el interior de las guías laterales, ya que muchas veces el problema se soluciona limpiando restos de polvo o insectos que dificultan el paso de las lamas. También es recomendable no forzar el movimiento, ya que un intento de bajar o subir con fuerza puede provocar una avería mayor.
En el caso de las persianas eléctricas, el atasco puede estar relacionado con el motor o con el sistema de mando. Si el motor emite ruido, pero no responde, puede tratarse de una falla eléctrica interna, y lo más sensato es contactar con un técnico especializado que evalúe el circuito.
Lamas rotas o fuera de sitio
Las lamas son las piezas horizontales que componen la estructura visible de la persiana. Con el tiempo, los cambios de temperatura o los golpes pueden hacer que se deformen o rompan, especialmente en persianas de PVC o aluminio ligero.
Una lama rota puede alterar el movimiento general y generar ruidos o atascos. En estos casos, lo ideal es sustituir la pieza dañada sin desmontar toda la persiana, algo que los profesionales suelen hacer en pocos minutos. Además, mantener las lamas limpias y sin residuos evita que se enganchen entre sí.
Las lamas de aluminio suelen ser más resistentes, pero también pueden sufrir deformaciones si se ejerce demasiada presión o si el eje está descentrado. Por eso, se recomienda accionar la persiana con suavidad y comprobar que se enrolla correctamente en el cajón superior.
Fallos en el motor: el talón de Aquiles de las persianas eléctricas
Con el auge de los hogares automatizados, las persianas motorizadas son cada vez más comunes. Sin embargo, su comodidad también implica nuevos puntos de fallo. Uno de los más frecuentes es el deterioro del motor tubular, que con el tiempo puede perder potencia o dejar de funcionar por completo.
Los síntomas más habituales son que la persiana no responda al mando, que suba o baje de forma irregular, o que se detenga sin motivo aparente.
Antes de pensar en una sustitución total, es recomendable revisar los fusibles, el interruptor y las conexiones eléctricas, ya que en ocasiones el fallo se debe a algo tan simple como un cable suelto o una interrupción en la corriente.
Un consejo útil es no forzar el sistema si el motor parece hacer esfuerzo sin mover la persiana. Esto puede provocar un sobrecalentamiento y daños irreversibles en el eje motorizado.
Algunos modelos modernos incluyen sensores de seguridad que bloquean el movimiento para evitar este tipo de incidentes.
Ruido excesivo o vibraciones durante el movimiento
Cuando una persiana comienza a emitir ruidos extraños al subir o bajar, es señal de que algo no está bien. Los chasquidos, crujidos o vibraciones pueden deberse a múltiples causas: desde lamas sueltas hasta soportes deteriorados o ejes sin lubricación.
El ruido no solo resulta molesto, sino que indica un desgaste progresivo. Lubricar las partes móviles con productos adecuados puede solucionar el problema, pero si el ruido persiste, conviene revisar el estado del eje, los topes superiores y los enganches del tambor.
En el caso de persianas de gran tamaño, como las instaladas en terrazas o ventanales amplios, las vibraciones pueden deberse a mal anclaje de los soportes laterales. Estos deben fijarse con tornillos específicos para evitar movimientos innecesarios.
Persiana caída o desencajada del eje
Una de las averías más aparatosas es cuando la persiana se sale del eje o cae. Esto puede ocurrir por un mantenimiento deficiente, un golpe fuerte o una instalación incorrecta. Cuando el eje pierde sujeción, las lamas dejan de enrollarse correctamente y el conjunto puede desprenderse.
Además de ser un inconveniente funcional, es un riesgo potencial si la persiana se encuentra en un balcón o ventana alta. En estos casos, lo más prudente es no intentar recolocarla sin herramientas adecuadas. Los técnicos suelen desmontar el cajón superior, recolocar el eje y verificar que los soportes estén en buen estado para evitar que vuelva a ocurrir.
Averías comunes y soluciones recomendadas
Consejos para prolongar la vida útil de las persianas
Una persiana bien mantenida puede durar más de una década sin grandes reparaciones. La clave está en prevenir los fallos antes de que ocurran. Estas recomendaciones son básicas, pero efectivas:
- Limpieza regular: eliminar el polvo de las lamas y las guías con un paño húmedo evita bloqueos y fricción innecesaria.
- Lubricar los ejes: usar aceite o spray de silicona dos veces al año mantiene un movimiento fluido.
- Evitar tirones: si notas resistencia, detén el movimiento y revisa qué lo causa.
- Proteger del sol: en persianas de PVC, el calor excesivo puede deformar las lamas; usar toldos o cortinas ayuda a reducir la exposición.
- Revisión anual: un técnico puede detectar desgaste interno, especialmente en modelos eléctricos.
La prevención es siempre más económica y sencilla que una reparación completa. Además, mantener las persianas en buen estado contribuye a mejorar la eficiencia energética del hogar, al conservar mejor la temperatura interior.
Cuándo llamar a un técnico especializado
Aunque muchas pequeñas reparaciones pueden hacerse con herramientas básicas, hay situaciones donde es imprescindible la intervención de un especialista. Si la persiana se ha salido del eje, el motor no responde o existen cables eléctricos expuestos, es mejor no intentar solucionarlo por cuenta propia.
Los técnicos especializados poseen las herramientas adecuadas, conocen los distintos tipos de mecanismos y pueden garantizar una reparación segura y duradera. Además, muchas empresas ofrecen garantías por reparación, lo que da tranquilidad ante futuras incidencias.
Contar con un servicio técnico de confianza marca la diferencia entre una solución temporal y una reparación profesional. Por eso, se recomienda buscar técnicos con experiencia contrastada y opiniones verificadas, especialmente si se trata de persianas motorizadas.